Si esta enfermedad progresa, puede dañar los huesos, ligamentos y tendones, provocando deformidades irreversibles que conllevan a el debilitamiento y una reducción de la movilidad, lo cual podría causarnos un grado de discapacidad o dificultad para realizar algunas tareas de nuestra vida cotidiana.
Aparecen pequeñas nodulaciones (nódulos reumatoides) secundarias a la enfermedad en cualquier parte del cuerpo, pero predominan en sitios donde existe presión, como en los codos, rodillas y nuca.